Hay un tema de Andrelo que muchas veces me hizo llorar: Crímenes Perfectos. En este momento recuerdo tres ocasiones. La primera a los catorce años cuando me había enamorado platónicamente de un chico más grande del que la vida me separaba. La segunda en el 2007 por L., tenía los aurículares puestos en el colectivo y no podía parar de llorar. Habíamos cortado hace poco y él estaba molesto y su trato me dolía. La tercera fue este año por Luca.
Si hoy lo escuchase quizás también lloraría. Desde temprano hay una sola frase en mi cabeza: todo lo que termina, termina mal.
Quería terminar bien con The Man. Decirle que no me basta con coger como conejos, que necesito los detalles, los gestos y la magia que había antes. Que no me sirve que venga un tipo a mi casa y sea lo mismo si es él o un consolador.
Pero no pude decirle nada de eso porque me tuve que defender de una acusación producto de la mala leche o los delirios de su ex novia.
Terminé diciéndole simplemente que no quería verlo más.
Y después de la acusación no me da pena no terminar bien con él porque me parece un tremendo pelotudo. Pero qué necesidad de todo esto, no? Que al pedo. Que gasto de energía.
No pude explicarle nada ni ofrecerle mi amistad como tenía pensado. Igual bien por eso, porque no creo hoy que sea una persona que merezca mi amistad.
Lo bueno de todo esto es que por primera vez en mi vida pude ponerle fin yo a algo que me hace mal y no esperar a que explote. Como dijo Teresa: cortar para afuera para no cortarme adentro, para no cortarme yo.
No estaba sufriendo, pero estaba incómoda en esa situación de sexo conejo. Evidentemente, por más de que escuche la palabra compromiso y me espante, para coger necesito un poco más que, hablando mal y pronto, una pija.
Si una persona no te aporta nada más que un rato de buen sexo, a mi personalmente no me sirve. Lo triste es que antes lo aportaba. Pero sino da para más, no da y hay que saber cuando parar.
Hace 3 semanas
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