miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mi psiquiatra me dijo que está bueno tener pesadillas y que mejor aún es recordarlas porque manifiestan lo que está en el inconciente. Y si una pesadilla te generó mucha angustia probablemente eso es algo que aunque lo no sepas te esté haciendo mal.
Qué soñé? Bueno, con The Man.
Ayer intercambiamos mails y quedamos en vernos cuando el se recupere de su gripe. A la noche le mandé otro mail y no me lo respondió. Hoy cuando llegué al laburo tenía la respuesta y me explicaba que cuando lo envié estaba dormido. Pero ese dato no lo tuve cuando me fui a dormir.
La cuestión es que soñé que venía a mi casa para salir con un amigo y una chica, una pendeja de dieciocho años como mucho. Y esa pendeja resultaba ser la novia. Yo me ponía como loca, muy mal, muy triste, incluso sin que me viera lloraba. Después le preguntaba por qué me había dicho de vernos si estaba de novio y él no tenía respuesta. Trataba de que no me ponga mal pero yo estaba destruída y además la chiquita me resultaba insoportable.
En el medio del sueño dudé de que fuera cierto y analicé la situación. Por momentos pensaba que me estaba mintiendo y, entre todo eso, me metí en un estado de sueño-realidad, no sé si estaba despierta o dormida. Creo que dormida pero intentando despertarme porque sabía que era una pesadilla y que The Man no estaba de novio con nadie. No sé si logré despertarme o si pasé a otro sueño pero fue muy angustiante toda la situación.

A esta altura no sé qué me pasa con él. Por lo general lo tomo como un garche pero si fuera solo eso para mi no me angustiarían tantas cosas. Aveces me relajo y no me importa lo que hace o deja de hacer pero me dura poco. No creo estar enganchada con él aunque en un principio me hubiera gustado tener algo más importante, pero eso ya fue. Lo que pasa es que el creo que me representa muchas cosas. Es como la cara visible de carencias mías. No sé.
Pero vuelve la pregunta de siempre: cuánto uno está dispuesto a negociar por sexo, compañía, ilusión o adrenalina?

martes, 9 de noviembre de 2010

Para ser sincera crecer me cuesta horrores. Hace varias noches que tengo ganas de ahogar todo lo que siento en alcohol, en pastillas o en cualquier cosa que me saque de esta realidad de angustia que estoy viviendo. El otro día volví a ver Inocencia Interrumpida y está demás decir que me sentí muy identificada con el personaje de Winona Ryder pero a la vez me sentí lejos de esa chica aunque también muy lejos de la que quiero ser. Y por estos días siento que me alejo de una y me acerco a otra. Porque estoy llena de dolor y de angustia que se y no sé de dónde vienen y pienso en llenar este vacío y en tapar este dolor hasta con hombres, como antes, incluso llegué a pensar en volver a lastimarme el cuerpo para matar lo de adentro pero saqué volando esa idea de mi cabeza porque sería dar cien pasos para atrás, cien pasos que me costó mucho dar. Pero la verdad es esta, me cuesta mucho bancarme lo que estoy sintiendo, quiero desaparecer, quiero dormir, quiero estar drogada o ebria pero muy lejos de mi, lejos de todo esto que se vuelve a parecer al infierno. Y lo único que me frena es la esperanza de que pase rápido, la valoración del esfuerzo que vengo haciendo y la esperada satisfacción de haber pasado este momento sin hacer nada más que intentar manejarlo de una manera sana.
Por algún lado la angustia tiene que salir, acá estamos otra vez, recurriendo al último elemento que nos queda para que el alma se alivie un poco y ese elemento es escribir acá y, si puede ser, también para el taller. Pero por el momento acá.
Luca: otra vez sopa.
Estuvo viviendo en mi departamento hasta el domingo que le tuve que pedir que se fuera. Salió de una internación por voluntad propia y empezó un tratamiento ambulatorio. Necesitaba un lugar y cierta contención así que le ofrecí mi casa. Iba a ser un mes y terminaron siendo más de dos y podrían haber sido más si no fuera porque la última semana consumió de una manera bestial y no aguanté.
Cómo después de tanto esfuerzo podría volver a vivir ese infierno que es la cocaína, que es ver como alguien que amás se destruye violentamente. No podía hacerme eso a mi misma. Me costó sentir que de alguna manera le soltaba la mano a Luca, aunque no se la solté, pero peor era sentir que estaba tirando por la borda todo mi esfuerzo porque realmente estar bien me cuesta mucho. Son meses de terapia, de psiquiatra y años de medicación: tiempo, dedicación y dinero. Y sobretodo mis esperanzas de ser un ser normal que no padece la vida si no que la vive tal cual es, con cosas lindas y con cosas feas.
Si dejaba que se quede y que me cague la vida con su adicción me hubiera traicionado a mi misma una vez más. Pero ahora no sé qué es de su vida, dónde está ni como. Temo que esté haciendo mierda todo lo que le queda. Por otro lado su compañía cuando está bien es muy agradable y acá dejó un vacío muy difícil de llenar.
También hay otras cosas, pero por ahora esto.