El primer día me siento triste porque el final no se dio como debería, también estoy llena de bronca.
El segundo sigue la bronca.
El tercero me ablando y le mando un mail explicándole por qué no quiero verlo más.
El cuarto y el quinto día me la paso buscando que responda algo, que reaccione, que diga.
Desde el sexto hasta el número trece me quedo calmada y no hago nada. Entiendo. O no pero lo acepto.
Y llega el viernes a la noche y recaigo. Tuve segundos para tomar la decisión de no hacerlo, segundos en los que supe que no era una buena idea pero no me importó y puse enviar. No obtuve respuesta, otra vez. Me sentí un adicto volviendo a consumir esa droga que le hace tan mal.
The Man es un disparador y el problema es la bala. La bala es cuánto yo me desvalorizo constantemente y busco gente que me ayude a hacerlo. Pero voy al disparador, a ver si esta vez la bala va para el lado contrario. Pero no y lo sabía.
Esos segundos previos a mandarte una cagada, a volver a consumir son los que al día siguiente te harían sentir mejor, te harían recuperar un poco de amor propio.
Pero no te escuchaste, no te importó. Y ahora pagás lo que es sentirte una gran boluda y todo vuelve a empezar. Como si hubieras aprendido poco o nada, como si todavía no pudieras poner en práctica lo que se supone has aprendido.
Hace 3 semanas
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