jueves, 6 de mayo de 2010

Cartas sin marcar

Una vez leí un post de Botona sobre el hecho de encontrarse cartas en la calle. No me acuerdo muy bien qué decía, pero creo que mencionaba que una vez que te encontrás una, después no dejás de hacerlo, como que están todas por ahi.
Yo nunca me había encontrado una carta en la calle y si lo hice no lo noté, pero un tiempo después de leer el post, me encontré una y la guardé. Supuse que a partir de ese momento empezaría a encontrarme más. No ocurrió.
Pero el otro día, mientras esperaba el colectivo, cuando miré el árbol al cual me subo cuando estoy harta y aburrida de esperar, no vi una carta sino casi medio mazo. En ese instante me acordé de Botona, del post, de la carta encontrada tiempo atrás y del hecho de no haber encontrado otra nunca más. Las miré y sonreí, pensé que esas eran todas las cartas que no me había encontrado en ese tiempo. Uno a veces trata de ponerle magia a las cosas cotidianas, de buscarles sentido, y yo sobretodo de afirmar mi convicción de que nada es casualidad.
Entonces las vi y sonreí. Quedaron ahi un rato, para variar el colectivo no llegaba, y yo las miraba. Eran para mi o simplemente era un mazo de cartas cualquiera que se le cayó a alguien o que lo tiró porque le faltaba el resto del mazo.
No lo pensé demasiado y las agarré. Las guardé en el bolsillo para que los que estaban adelante mio en la fila no pensaran que era una rata que agarraba unas cartas mugrosas del piso para no comprar nuevas. El problema fue que ni bien las metí en mi bolsillo y las sostuve con mi mano, una sensación espantosa se apoderó de mi. No sabría explicar bien qué sentí, pero fue algo feo, como un mal presentimiento. Me dije que estaba loca, algo bastante probable, y me las quedé un rato más. Pero la sensación seguía y no tuve más remedio que tirarlas en el mismo lugar donde las había encontrado.
Llegó el colectivo y me sentí aliviada de no llevar esas cartas conmigo.
Al fin y al cabo, sería un medio mazo que quedaría en un cajón y que tiraría en mi próxima mudanza.

2 comentarios:

Botona dijo...

Cuando las coleccionaba, como pequeños guiños del destino había una única regla: No importa cuántas hubiera juntas, solo podía agarrar una. Y las guardaba en la billetera.

:)

China dijo...

Quizás por eso me sentí tan mal cuando agarré todas...